A cuántos de
nosotros nos ha pasado lo siguiente en alguna ocasión:
*Mujeres: ¿Te gusta este vestido/blusa? Si, está muy bonito. Pero, no sé,
la verdad no me lo pondría. --¿Pero dijiste que estaba bonito? Si, y lo está,
pero simplemente no me lo pondría.
*Hombres: Si, sí; los “happy socks” (calcetines de colores, bolitas o rayas
extravagantes) se ven bien, pero jamás me los veras puestos. O – El reloj, pantalón,
zapatos o camisa están bien, pero tienen algo que no me convencen.
Si te ha
pasado esto más de una vez, debes saber que esa blusa, ese vestido, ese pantalón,
reloj o “happy socks” no son de tu ESTILO.
Entendemos
como estilo al conjunto de rasgos
peculiares que caracterizan una cosa, una persona, un grupo o un modo de
actuación, y aunque es cierto que todos somos personas totalmente diferentes
compartimos uno de los siete estilos existentes, que si los unimos a la
personalidad y al contexto histórico de cada uno, nos hace únicos. Cada una de
las personas va definiendo su estilo poco a poco, pues como dijimos va muy de la
mano con su personalidad y su contexto histórico. Y cada uno de los estilos se
diferencian por el nivel de producción que cada uno de nosotros le imprimimos a
nuestro estilo, de ahí la frase: “¿Qué tan producido estas?”
Como decíamos, existen siete diferentes estilos: natural, romántico, dramático, elegante,
tradicional, seductor y creativo. Una sola persona puede llegar a tener dos
o tres estilos, siempre habrá uno que sea su predominante correspondiendo estrictamente
a la vestimenta de cada uno y la forma de combinar accesorios; estos diferentes
estilos no tienen nada que ver con la forma de comportarse ante diversas
situaciones. Pero cuidado, la producción excesiva de estos estilos haría caer
en riesgo a cada persona como hacerlos lucir: faochosos, cursis, agresivos, ostentoso, anticuados, vulgares o ridículos.
Del mismo modo, cabe destacar que ningún estilo es
mejor que otro, todos son correctos de acuerdo a la producción que cada persona
le dé en cada situación de la vida. Es por esto, que al conocer nuestro estilo
podemos ser más congruentes con nuestra forma de vestir y actuar, para que la
gente pueda percibir a una persona autentica y sin poses, que le saca provecho
a sus características personales en las distintas situaciones que se le
presentan
Todo estilo, cuando llega a su implementación ideal, de
acuerdo a la persona que lo porta, tiene grandes fortalezas en la comunicación no
verbal de la imagen personal; pues el estilo debe ser una de las principales
herramientas para que todo hombre y mujer se exprese correctamente. Sin embargo
muchas de las personas caen en el error, al momento de estar desarrollando su
estilo personal, de pensar que ese estilo no le va a gustar a otras personas, y
si bien, en el juego de la imagen la opinión de los demás es importante,
imagínate la opinión que tendrán si por un “melatismo” (me late esto, me late
lo otro) en lugar de un “debe ser” caes en el riesgo de tu estilo o utilizas un
estilo erróneo al tuyo.
Debemos producirnos correctamente en cada situación para
así lograr ser congruentes con los mensajes que nuestra vestimenta envía, pues Coco
Chanel: “La moda pasa, el estilo es para siempre”